La investigación tiene un claro impacto en el avance del conocimiento. Así mismo también interviene en el desarrollo económico, social y cultural. Dado que en la actualidad las instituciones y empresas tienden a buscar alta productividad, una constante formación y un permanente estado de actualización, no es extraño que los estudios universitarios contemplen como obligatorio la adquisición de competencias vinculadas a este proceso dinámico de investigación, desarrollo y actualización. Formar profesionales que sean capaces de hacer frente a lo anteriormente mencionado no solo puede traducirse en un claro beneficio para la actividad académica y científica, también puede aportar aspectos positivos a la sociedad y al propio individuo.