Reseña o resumen
En el pasado, los maestros consideraban primero el carácter de
los discípulos potenciales antes de acceder a enseñarles. A aquellos
cuyo modo de ser se consideraba inapropiado, incluso tratándose de
sus propios hijos, se les prohibía terminantemente recibir formación
en artes marciales. A la inversa, mediante el kárate era posible
apaciguar a quienes tenían un temperamento violento.
Los profesores de los centros educativos en los que doy clase
me hablan incansablemente sobre sus alumnos que se entrenan
en kárate, contándome que su comportamiento se ha vuelto más
comedido. Para mí, estas historias son una fuente de orgullo
y satisfacción.
-Gichin Funakoshi